Como Anita Ekberg y Marcello Mastroniani en la Dolce Vita, asi es como manifiestan su amor Elsa y Fred, una pareja de octogenarios que encuentran el amor en el ocaso de sus vidas.
Dos personas diferentes, dos formas de vivir distintas, que se encuentran y ya no se separan.
El es ordenado, recto, sumiso, aburrido.
Ella es impetuosa, embustera, irreverente, vital.
La fuerza de la segunda vence y convence al taciturno del primero, que de da una nueva oportunidad, pese a los recuerdos, la costumbre, y una hija (Blanca Portillo) que le tiene por hijo más que por padre.
Dos grandísimos actores, Manuel Alexandre y China Zorrilla, que centran una historia de amor sincero, que se agarran a la vida disfrutándola con la energía de la adolescencia.
Breve pero emocionante aparición de Federico Luppi, que traslada a Fred la auténtica personalidad de Elsa, tan mentirosa y voluble, como encantadora.
Buen trabajo del televisivo Marcos Carnevale, que como el Totó de “Cinema Paradiso”, creció en la cabina de proyección.
Embaucadora banda sonora de Lito Vitale, que acompaña a la perfección la sintonía de la Dolce Vita, de Nino Rota.
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