El cine griego del último lustro ha creado un paradigma cinematográfico, identificado por la rudeza de los enfoques, la parquedad en los diálogos, los paisajes urbanos decayentes, la pobreza moral de la sociedad, la mirada taciturna de sus personajes.
Más allá de las fronteras helenas, títulos como La Infancia de Iván (Andrei Tarkovsky) o
4 meses, 3 semanas, 2 días (Cristian Mungiu), comparten la misma visión deshumanizada, en ojos de personas con debilidades.
El Liderazgo en la familia se relata con crudeza y altas dosis de Violencia emocional, que explica la alienación de los débiles, la dependencia hacia el amo que les alimenta y les fustiga por igual.
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