miércoles, junio 27, 2007

Black snake moan

La américa profunda da mucho juego para guiones cinematográficos.

En esta ocasión la historia se ubica en un pueblo de Tennesse, de mitad de población negra, en la que el protagonista, Lazarus, solía hacer sonar canciones de blues con su Gibson ES-335, antes de que su relación con su mujer oscureciera su vida.
Un pueblo donde una joven deambula entre sus recuerdos de infancia herida, persiguiendo el amor de un prototipo de soldado, que huye de su propia cobardía.

Personas que están en un momento vital de cambio, más encontrado que buscado, y que tras momentos de incertidumbre, depresión y abatimiento, consiguen reflotar apoyados en un amor reencontrado.

Vidas errantes, con un pasado traumático y con un futuro incierto, pero sobreviven con pedazos de realidad cotidiana, con un presente a veces feliz.

No tenemos más que una vida, y debemos vivirla a nuestra manera.
Bridemos por la libertad.

Las situaciones de estos personajes descarriados recuerda a la dura Monster's Ball, con otra pareja improbable, que en este caso no llegan a compartir impulsos físicos.


Dirección y guión de un semidesconocido Craig Brewer, con producción de John Singleton, y actuaciones correctas de la siempre- lolita Christina Ricci, y del más-que-nada- cantante Justin Timberlake; pero quien realmente está en su salsa es el gran Samuel L. Jackson, que posiblemente recoja los frutos de su dilatada carrera con este papel.

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