jueves, enero 24, 2008

No country for old men


Desde que vi Blood Simple no había sentido en las películas de los hermanos Ethan Coen y Joel Coen una tensión tan grande.
Cercana también en algunas de sus secuencias a las extravagancias de Miller's Crossing, y siempre con un antihéroe como protagonista, como los inovidables Lebowski, Barton Fink o Tom Reagan, la película es compendio de las obsesiones y manías del tandem director-guionista, una revisión de Fargo, en otro paisaje pero con la misma carga de dura realidad.

La sobradamente conocida actuación de Javier Bardem, en el papel del pirado Anton Chigurh, relega a los personajes protagonistas a una segunda fila, y nos sumerge en la duda de elegir entre el bien y el mal, de ponernos del lado del sufrido-hombre-perseguido o del salvaje-macarra-cazador.


Tommy Lee Jones dispone de una última secuencia en la que dar sentido a su personaje y al título del film, tras hora y media de persecución que puede alejar al espectador perezoso de la auténtica intención de la película.

Una américa decadente, seca y plomiza, en la que la ley y el orden se pierden en la memoria del desierto y sus ancianos supervivientes.

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