domingo, enero 02, 2011

Inception


La grandeza del cine se manifiesta en esta película: denostada por unos y nombrada obra maestra por otros, pero con un nexo de unión entre todos los que la hayan visto: no deja indiferente y su final suscita diversas interpretaciones, de las más variopintas si se investiga en foros y blogs.

Escribe y dirige Christopher Nolan, un personaje que se está haciendo un hueco entre los grandes del cine, con obras tan llamativas como Memento y las nuevas sagas de Batman.
Con Origen vuelve a cautivar con un guión enrevesado y adictivo, como en la cinta que le encumbró en el año 2000. Pone a prueba de forma constante al espectador, cuidando el más mínimo detalle y dejado un final lo suficientemente ambigüo como para que cada uno explique lo que ha visto y sentido.

Lo que no acabo de entender es la inclusión de tantos fuegos de artificio: persecuciones,disparos y peleas,que apenas influyen en la historia central. Tal vez sirva para distraer al espectador, o justo lo contrario,para que aproveche esas secuencias para pensar en lo que está sucediendo.
Me temo que es una imposición de la productora, que ha invertido muchos dólares para sólo mostrar una historia intimista, de remordimientos y superación de los  mismos, de una catarsis que no es tan extraña ni lejana para cualquiera de nosotros.
La forma, por muy deslumbrante que sea (la arquitectura urbana de algunos sueños), se ha cargado al fondo.
Para más señas, este horroroso cartel, que llama la atención a un público  interesado en el aspecto visual, no en la profundidad emocional de la historia central:


Hay elementos que recuerdan a películas clave del cine moderno, como las secuencias oníricas de Dekkard y el unicornio en Blade Runner, o la arquitectura visual de Matrix.

Como la peonza, el tótem dichoso sobre el que pesa el resultado final, el film gira sobre si mismo, sobre los sueños de su protagonista y sus proyecciones, sus miedos y deseos. Todo magistralmente montado,derivando en un final abierto, en lo que lo importante no es saber lo que ha pasado, si no entender lo que Cobb, el personaje de Di Caprio, consigue.

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