viernes, abril 12, 2013

Le capital

Costa Gavras vuelve a hurgar en la sociedad democrática del capitalismo feroz.
Para ello vuelve a servirse de un protagonista que se excusa en la falta de moralidad y ética de sus colegas para actuar de la misma con el objetivo de conseguir el éxito.
Un éxito prefabricado y que le provoca livianas dudas ocasionales, pero el dinero todo lo puede y todo lo consigue, por eso es lo más importante, por encima de necesidades de mayor relevancia humana como el respeto.
La lujuria, el poder, la ambición, son virtudes o pecados según quien los valore.
Cuanto más cerca se encuentra del objetivo, más alejado se está de la familia, casi testimonial de principio a fin, y menores son los escrúpulos para atraer por cualquier medio la falsa estima de otras personas.

"Soy el moderno Robin Hood. Robo el dinero de los pobres para darselo a los ricos" [aplausos de la audiencia]

Más ambiciosa que Arcadia pero con resultados no tan logrados, el director griego enfoca la crítica a una sociedad dominada por el capital, por el poder económico y por el egoísmo de un clan, tan vulgar como la visión que tienen del resto de sociedad.

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