El amor no nace ni muere, sólo surge y desaparece.
Las estrellas, aunque se apaguen, permanecen vivas con su luz para siempre.
Elise y Didier se aman, pero luchan de forma diferente.
Ella arrastra sus desamores en su piel, él se enfrenta al mundo de la mentira, de la política y de la religión.
Encuentran la plenitud en la música y en su hija, un grado de felicidad que la vida no consiente.
La pérdida deshace los vínculos, en una errática búsqueda de culpabilidad, en entendimiento que dejo de serlo hace tiempo.
Candidata al Oscar, la cinta belga es una delicia para los amantes del bluegrass, con canciones sublimes como "The boy who wouldn`t hoe corn":
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