domingo, noviembre 25, 2007

Eastern Promises


Viggo Mortensen y David Cronenberg va camino de convetirse en un dueto clásico. Sus películas son descarnados reflejos de unas vidas al límite.

Atrás quedaron películas fetiche como Naked Lunch y clásicas del cine fantástico como The Fly. Cronenberg ha encontrado una guía de estilo para narrar historias de extrema violencia.

Un juego de máscaras en el que el más tierno anciano esconde bajo su candidez una frialdad salvaje y despiadada.

Rodada en una ciudad europea, que poco se parece a la estampa tradicional de Londres, el frío, la lluvia y los días grises envuelven las vidas rutilantes de inmigrantes sin apoyos y grupos organizados que agrandan su poder subyugando a compatriotas.

Un reflejo de la mafia rusa, en la que la familia, al igual que en otras organizaciones de clanes, es el núcleo insoldable sobre el que se mueven los negocios, traiciones y venganzas.

Los secundarios Vincent Cassel y Naomi Watts dotan al film de cierta humanidad, tanto por la vida descerebrada y sin rumbo del primero como por la calidez y humanidad de las segunda.

Los giros del guión son los típicos de las películas del género, pero la trama se muestra abierta a sorpresas, salvo un happy end que se agradece después de tanta crueldad.

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