sábado, febrero 07, 2009

Gran Torino


El mismo Clint que luchaba contra las injusticias en los spaghetti western de Sergio Leone, que el duro y sucio Harry, que el personaje del Jinete Pálido y Sin Perdón.

El mismo pero a la vez más reflexivo. Será la edad, será la experiencia, pero según va cumpliendo años el bueno de Clint, las imágenes y las historias reflejan cada vez más humanidad.

Se trata de vida y de muerte, quizás más de reflexiones y redención antes de la muerte.

El duro, impertérrito y detestable abuelo del inicio del film se va convirtiendo en un ser humano, de la mano de unos jóvenes de la comunidad Mong, tan cercanos y a la vez tan lejanos al Vietnam que hizo endurecer el alma del soldado, 50 años atrás.

Todo ese tiempo no es suficente para curar unas heridas demasiado profundas, unos recuerdos de muerte que le estaban enterrando en vida.

La película fluye deliciosamente y sorprende la vitalidad del viejo director, productor y protagonista., ese deleznable viejo gruñón y malhablado que nos encandila con sus exabruptos tipo "kiss my ass!".

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