Si algo tienen de bueno los Oscars, es que la selección de mejor película de habla no inglesa, abre las puertas de mercados internacionales a unos cuantos films, que de otra manera, y pese a su calidad, no se podrían ver en salas de cine fuera de sus países de origen.
Es el caso de Después de la boda, que se estrenó en España en Abril de 2007, más de un año después de su estreno en Dinamarca.
Jacob ha dedicado su vida a ayudar a los niños de la calle en la India, pero el orfanato que dirige está a punto de cerrar por falta de fondos. De pronto, recibe una oferta inesperada: un hombre de negocios danés, Jørgen, está dispuesto a donar 4 millones de dólares a condición de que Jacob viaje a Dinamarca y asista a la boda de su hija. La boda se convierte en un encuentro entre el pasado y el futuro, enfrentando a Jacob al mayor dilema de su vida.
Bajo la fría e impertérrita mirada de los escandinavos, se esconden historias familiares de profundo dramatismo, como ya se plasmó en la impactante Festen (más cercana al paradigma Dogma de von Trier) o en la desasogueante Arven (Herencia).
Lejos de esa frialdad nórdica, empieza y finalizan las secuencias de la película, en un entorno cálido, humilde y tan humano, que esa pobreza del tercer mundo se disipa con las sonrisas y la ingenuidad de los niños.
Buen trabajo artístico de la guionista y directora Susanne Bier, correctamente acompañada en el reparto por el personaje principal, Mads Mikkelsen, conocido internacionalmente por apariciones en películas como Casino Royal y Rey Arturo, y por Rolf Lassgård.
Por poner una pega, el metraje se me antoja demasiado extenso, quizá queriendo potenciar la carga emocional, que no veo necesaria para enmarcar un cuadro tan cargado de sensaciones.
Es la propia "falsa realidad" mostrada cámara en mano la que descarga en el espectador las emociones brutas, extraídas desde su más profunda raíz.
"Nada más importa, sólo el tiempo que pasas junto con tus familiares, amigos y personas queridas."
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