Tideland

En los festivales en los que se ha exhibido, ha tenido más detractores que defensores.
No extraña esta afirmación cuando se trata de un film de uno de los directores más alejados del cine convencional de Holywood.

Terry Gilliam se caracteriza por sus historias de realidad distorsionada, de oníricos paisajes y personajes, donde la ficción es más verdadera que la cotidianeidad.

Casi después de dos años de su producción, en España consigue un hueco en cartelera, de la que probablemente salga pronto, al ser un producto poco apto para el público en general, que quizás busque en este film una historia similar al Laberinto del Fauno, pero que en realidad se asemeja más a Pesadilla antes de Navidad.

Tideland es un producto escrito y dirigido por una mente imaginativa, atormentada y hasta desquiciadas, que no pretende ser un cuento, si no un método de defensa ante un mundo difícil de de afrontar, una guía de superviviencia, que desemboca en una catársis , en una apoteósis de destrucción, una solución final que permite comenzar de cero.

Jodelle Ferland es el gran hallazgo de esta producción, pero para próximas actuaciones tendrá que dejar atrás las extravagancias de su padre artístico.