Roman Polanski rueda un film de suspense con aires hitchcocknianos, que recuerda a grandes historias como la de El hombre que sabía demasiado.
Ewan McGregor interpreta a un escritor de memorias, no demasiado interesado en política, que sebido a una creciente curiosidad por los hechos que han propiciado su actual encargo, se ve en vuelto en una trama en la que la CIA y el ex ministro de Inglaterra al que redacta el libro biográfico, Pierce Brosnan, juegan un papel decisivo.
El humor británico salpica la grisura de la costa oriental estadounidense, en un entorno opresor, tanto por el aislamiento de la isla como por el hermetismo de sus personajes, que les hace parecer a todos sospechosos.
El giro final del argumento, pese a ser intuído, no deja de ser sorprendente.
Quizás el aspecto mejorable es una banda sonora que quiere y no puede replicar la de aquellas películas de los 50 y 60, como las maravillas creadas por Bernard Herrmann.
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